El 12 de junio de 1886, respondiendo a la iniciativa de una parte de la colectividad catalana residente en Buenos Aires, se funda el “Centre Catalá” (Centro Catalán), con el declarado propósito de mantener vivo el sentimiento y el espíritu catalán en estas tierras. Se proponía como un ámbito propicio para que sus socios pudieran expresarse en su lengua, accedieran a material de lectura y representaciones teatrales en catalán; también, por supuesto, para que dispusieran de un punto de encuentro para socializar y recrearse.
El casal es una joya especial. Su construcción arrancó en 1886 y se fue ampliando hasta que en 1927, se anexó el edificio vecino y se comenzó a reformar la fachada para caracterizar el edificio, buscando un lenguaje arquitectónico propio para expresar su nacionalismo. Se logró un aspecto señorial, en un estilo neogótico en versión barcelonesa, mezclado con una decoración modernista de principios de siglo. No dejen de observar la herrería de la fachada, los cerámicos vitrificados y el fresco que enorgullece la sala principal. El edificio alberga el restaurante y la sala de teatro “Margarita Xirgu”, más 5 salas para exposiciones y muestras de pintura, fotografía y dibujos.
El restaurant ofrece una opción culinaria diferente y de alta gama que plantea un menú inspirado en una gastronomía, como la cocina catalana, que ha sido declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Donde podrán degustar varias especialidades de cocina mediterránea y especialmente, de cocina catalana. Destacan la calidad de sus productos y de sus platos, su ambiente acogedor y la profesionalidad del servicio.
Al entrar al Casal es imposible no maravillarse por la arquitectura, uno siente que está en un pedacito de Barcelona en pleno Buenos Aires realmente! Una vez que tomamos asiento en la mesa, comienza el disfrute por la gastronomía del lugar y la onda distendida que se respira, lo que lo hace ideal tanto para grupos de amigos y familias como para parejas.



Si la idea es disfrutar de la gastronomía catalana, pues entonces habrá que pedir los platos típicos. Y así fue como de entrada salieron tortillas de papas y butifarras con alubias; el principal por supuesto fue paella, con el agregado de que sale en su típica olla; y finalmente a la hora de los postres degustamos sopa de frutos rojos, crema catalana y mousse de turrón. Todo acompañado con una carta de vinos variada, que permite degustar etiquetas y cepas diferentes, ideal para los inquietos del vino como nosotros!







Un restaurante que ha sabido ganarse su lugar con los años, y que sin dudas sigue manteniendo la excelencia. Un must si de paella se trata, recomendamos ir de a varios para poder compartir los platos que son abundantes y poder probar varias cosas!
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